De lo distinto y de lo íntimo

 

Sospecho que lo distinto y lo íntimo guardan una misteriosa y solapada relación bastante inadvertida, aunque no sepamos discernir con certeza el mecanismo que lo pone en marcha, cuando no van de la mano algo chirría y me hace sospechar de la autenticidad que lo origina.

         Asumir individualmente lo distinto, la diferencia, es tan importante como reivindicarla socialmente para que subsista y tenga su espacio vital, poner en la balanza tanto esa asunción como esa reivindicación es esencial para que su vigencia y valoración sea razonable.

 

Desvirtuar las dimensiones y las cualidades de esos dos aspectos hace que se enturbie la esencia y discernimiento de los mismos. Al hacer causa de lo distinto es aconsejable atenerse a la proporcionalidad teniendo en cuenta que, por lo común, su origen es minoritario, en contraposición a lo mayoritario y frecuente. Creo que en algunos de los frentes abiertos de la reivindicación de lo distinto, con independencia de su evidente y justa legitimidad, se actúa un tanto atropellada y machaconamente, por ello es percibida con cierta animadversión por un amplio sector de la población, provocando un contraproducente efecto rebote. Guiados por la pasión o por el descompasado deseo de justicia, los actores de las reivindicaciones de lo diferente hacen, en ocasiones, un flaco favor a sus causas.

 

         En la atención a la reivindicación de lo distinto me parece crucial no perder la perspectiva espacio-temporal, todo acontece en un contexto, el lugar y la época son determinantes y devuelven una realidad que sin duda puede ser perfeccionable; quizás el verdadero progreso histórico no sea más que la constante superación de las barreras de lo distinto.

         A este respecto, apuntaba el filósofo Julián Marías en una artículo de prensa que «sin la distensión entre el pasado y el futuro desaparece el volumen, diríamos la solidez, del tiempo, su espesor verdadero, su carácter de repertorio de posibilidades […] Vivir es, más que nada, una faena de integración, de hacer convivir la realidad impuesta, inexorable, con lo que es la suma irrealidad, la pura imaginación».

 

         Intentemos ahora explorar en la neblinosa relación que guarda lo íntimo con lo distinto.

         La asunción de lo distinto, para que sea con plena consciencia, debe hacerse inicialmente en el seno de nuestra interioridad, en un diálogo con nosotros mismos, cotejando nuestros pensamientos con los valores sociales, culturales, éticos o religiosos,… preponderantes en nuestro entorno. La permeabilidad de nuestras propias convicciones con las mayoritariamente imperantes conforma la toma de posición en multitud de cuestiones.

         Desgajar de la esfera de lo íntimo la reivindicación de lo distinto sin el suficiente tacto, más preocupada por los medios que por los fines, corre el riesgo de desembocar en un burdo exhibicionismo o en fuegos de artificio. Se puede argumentar y también chillar, los efectos que producen ambas acciones son bien distintos.

 

         Por otra parte, recientemente las reivindicaciones de lo distinto parecen que surgen por generación espontánea, la diferencia como fenómeno curioso ocupa titulares y nos reclama atención crecientemente, pero no olvidemos que «el niño muerda al perro» es la excepción y no la norma. Lo anormal, en cuanto a inaudito, acapara el primer plano e inunda las redes sociales con efectos virales —etimológicamente hablando—. 

         De igual modo, existen casos en los que se reivindica con cierta intencionalidad, la diferencia con una mezcolanza de exaltación, privilegio y supremacismo, de ese modo se produce o provoca una reacción contraria que en nada favorece a la supuesta causa defendida.   

 

         Tal vez todo lo expuesto no sea más que una entelequia, pero la salvadora poesía puede aclarar y expresar lo que realmente quiero decir, los versos finales del poema Distinto de Juan Ramón Jiménez contenido en su poemario Una colina meridiana son esclarecedores:

 

¿Y el sol y la luna 
dando en lo distinto?, 
altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir 
distinto 
de lo distinto; 
lo que seas, que eres 
distinto 
(monte, camino, rosa, río, pájaro, hombre…): 
si te descubren los iguales 
huye a mí, 
ven a mi ser, mi frente, mi corazón distinto.

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