La denuncia de todos

         Cada vez estoy más convencido de que cambiar la mentalidad de las personas es de los asuntos más complicados, sino el que más, al que enfrentarnos.

         El bagaje con el que las personas llegamos a los diversos destinos vitales pesa mucho, las experiencias y aprendizajes son mochilas repletas de prejuicios que determinan y condicionan nuestro proceder.

         Si a nivel individual es bastante difícil que se produzca ese cambio, a nivel social se hace mucho más complejo, un cambio educativo y cultural comunitario opera desde el sumatorio de transmutaciones individuales, normalmente impulsadas desde determinados colectivos vanguardistas que lo promueven.

       En la actualidad, los temas de género son quizás los que más están revisándose, sujetos a adaptaciones y sometidos a una mayor controversia por motivo de sus ajustes. La igualdad entre hombres y mujeres, la libertad y liberación sexual, la supresión de las conductas machistas, la lucha contra la violencia hacia las mujeres,… están en el debate público, candentes y vigentes diariamente.

         Pero los cambios no se producen de la noche al día, puede ser que nominalmente sí pero efectivamente precisan de un proceso de asimilación más amplio. El devenir histórico es precisamente eso, un llegar a ser, partir de un punto para llegar a otro precisa de un recorrido que no está ausente de acontecimientos negativos y que tiene puntos de inflexión, de un antes y de un después.

 

         Casualmente, por un trabajo biográfico que estoy realizando sobre el dramaturgo chipionero Federico Oliver (1873-1957), investigaba sobre su drama en tres actos «El crimen de todos», estrenado en el Teatro Español de Madrid el 9 de noviembre de 1916; resaltemos el año, 1916, hace más de un siglo.

         Para centrarnos en la trama acudamos a la crónica que El Imparcial publica al día siguiente: «Persistiendo en el noble empeño de analizar y condenar las lacras nacionales, en su nuevo drama “El crimen de todos” aborda valiente y gallardamente el matonismo, el legendario matonismo español, que tuvo héroes y apologistas en las más altas clases sociales y en las más elevadas cumbres de nuestra literatura, y que hoy, bastardeado y sin gallardía, busca ambiente plebeyo, y sus actores son rufianescos y sus cantores romanceros de plazuela. “El crimen de todos” es el crimen pasional. La cobarde hazaña- del chulo que, al verse repudiado, mata, y al que los Tribunales absuelven y el pueblo entroniza, admirando la guapeza.»

 

         Dos mujeres pioneras en España de la defensa de la mujer y del feminismo desde la tribuna del periodismo y la escritura, Carmen de Burgos «Colombine» y Emilia Pardo Bazán, escriben con brillantez sendas crónicas reivindicativas.

         Colombine en El Heraldo de Madrid resalta el papel de Carmen Cobeña, esposa de Federico Oliver y primera actriz de la compañía que regentaban ambos, diciendo que «Carmen Cobeña ha sabido siempre llevar los mantones; anoche llevaba su mantón de madre; madre dolorida y sufriente, resignada y buena; una madre muy humana, muy real, de la que no se exigen portentosos sacrificios, y que sufre todo el peso del drama callada, silenciosa, irresponsable, dentro de un medio que la subordina al hijo, como antes la ha subordinado al marido y al padre […] Está bien que estas hembras de mantón pongan más de relieve con su palabra sencilla, puesto que a ellas no se les piden discreteos ni disquisiciones filosóficas, el sentir de las mujeres insultadas en la calle, maltratadas en la familia y sujetas a la esclavitud con apariencias de libertad. Ellas nos dicen elocuentemente que no conviene olvidar en el día de la absolución la figura pálida y ensangrentada de la mujer que va a la Casa de Socorro herida mortalmente […]».

         Por otra parte, la condesa de Pardo Bazán escribe para La Ilustración Artística: «He asistido al estreno del drama de Federico Oliver “El crimen de todos”, que ha sido aplaudidísimo […] tiene razón Oliver cuando titula su drama “El crimen de todos”. La sociedad, al prevenir al individuo la impunidad y hasta la aprobación cuando mata, es tan criminal como él; es, en efecto, cómplice, y acaso diré que más culpada que el mismo autor de la fechoría; porque al fin éste procede obedeciendo a un impulso propio, bastardo y censurable, pero que se determina por móviles internos, y la sociedad no obedece sino a las sugestiones de su debilidad y degeneración, sin interés ni provecho, al contrario, con daño general […]»

 

         De aquella época a la actual, es indudable y evidente que la situación y los derechos de la mujer han progresado muchísimo, perdura la violencia que sobre ella se ejerce, tal vez en menor número que entonces, aunque debería ser nula. Los comportamientos y pensamientos machistas siguen arraigados en muchas personas, colectivos e instituciones, ahora no son tan epidérmicos como décadas atrás debido a la presión que se ha ejercido sobre ellos y la progresiva reeducación al respecto tanto de los individuos como de la sociedad.

         Pasar de aquel panorama oscuro a la diversidad multicolor que presenta nuestra realidad de hoy en día conlleva un aprendizaje y una evolución, quedan muchos terrenos por conquistar y actitudes que desterrar. De vez en cuando se producen acontecimientos que ponen en primer plano lo que todavía queda por hacer, que existen adiposidades anquilosadas por los vericuetos de nuestros comportamientos e inercias sociales que pasan un tanto inadvertidamente, que persisten y que deben ser revisadas.

 

         El título del drama de 1917 “El crimen de todos” pudo ser muy acertado para su contexto, en cierto modo, existía una connivencia con la violencia ejercida a la mujer que hiciera repartir la culpa genéricamente.

Si en 2023 escribiéramos una adaptación de la obra tendríamos que cambiar el tono y los matices pero el fondo sigue persistiendo. Así, podríamos retitular el drama e incluso invertir la trama siendo los acosadores descubiertos e inquiridos, tal vez “La denuncia de todos” sería más apropiado.

Estoy firmemente convencido de que la denuncia de todos —o al menos de una inmensa mayoría— a diferentes niveles, llevará a que ganar la batalla contra la violencia hacia la mujer y la igualdad en derechos y libertades.

Descarga este articulo

¿Hay algún artículo que quieras guardar y archivar localmente en formato PDF? Si es así, puedes hacerlo directamente desde la imagen a tu izquierda.

Cómo descargar periódicos en formato PDF online

1. Dirígete al artículo de noticias que deseas guardar

2. Haz clic en «Archivo»> «Imprimir»

3. Donde normalmente elegirías la impresora a usar, debería haber una opción que dice «Guardar como PDF»

4. Finalmente, presiona «Guardar» y elige la ubicación para guardar el archivo